En Lizzanello, un pueblecito de unos pocos miles de almas, un autobús de línea se detiene en la plaza mayor y baja una pareja: él, Carlo, es hijo del sur y está contento de regresar a casa; ella, Anna, su esposa, nacida en el norte, está triste y preocupada: ¿qué vida le espera en esta tierra desconocida?
Incluso treinta años después de ese día, para la gente del pueblo Anna seguirá siendo «la forastera», la diferente, la que no va a la iglesia, la que no se pasea por el pueblo, la que no se interesa por los chismes. Y Anna, orgullosa y esquiva, no se doblegará nunca a las leyes no escritas que oprimen a las mujeres del sur. Lo conseguirá gracias al amor que siente por su marido, un amor cuya fuerza advierte con claridad el hermano mayor de Carlo, Antonio, que se enamora de Anna en el mismo instante en que la ve. Más tarde, hará algo realmente revolucionario: se presentará al concurso para ocupar un puesto en correos. «La cartera», como Anna quiere que la llamen, se convertirá en el hilo invisible que une a los habitantes del pueblo y sus historias. Primero a pie y después en bicicleta, orgullosa con su uniforme y la gorra, cambiará la vida en Lizzanello.