Tradiciones inventadas. Pintores que no existen. Libros que debieran haber existido. Identidades tomadas en préstamo. La rica cultura de lo falso se ha tejido a la sombra de diferentes regulaciones de la verdad destinadas a delimitar qué es ficción y qué realidad. Hoy sabemos que son la misma cosa, y que la ficción funda realidades, que tiene voluntad pública, cuestionando la común interpretación de lo verdadero. La gestión de la verdad y de sus formatos es la base de toda autoridad. El "fake" surge precisamente para cortocircuitarla, explorando sus quimeras lingüísticas.
Nacieron en talleres obreros, bajo la guida de bromas pesadas; en tabernas literarias en las que los escritores se mofaban los unos de los otros; entre berrinches de artistas cuya obra no fue seleccionada para una exposición; en oficinas de historiadores o ceintíficos que no encontraban las evidencias históricas de sus anhelos. La historia del fake revela una intensa pulsión creativa para diluirse en la vida social y política, para insertarse en el orden "natural" de las cosas y, como bomba de relojería, explotar con temporizador. La historia del fake es la "otra" historia dle arte.