\"Que el historiador de la literatura no olvide:A finales del año 1921, a la literatura se dedicaban en la República tres personas: el anciano (que por supuesto no resultó ser Émile Zola, sino alguien a quien yo no conocía dramas), el joven (asistente del anciano, también desconocido por mí versos) y yo (que no escribía nada). Que el historiador tampoco olvide: en el Lito no había ni sillas, ni mesas, ni tinta, ni bombillas, ni libros, ni escritores, ni lectores. En pocas palabras: no había nada\".