Una fruta, una canasta, un reloj. Objetos simples representados en un grabado egipcio, un pasaje de Joyce o una pintura de Van Gogh. Este es el punto de partida de un ensayo que aborda la fascinación que muchos pintores han sentido por el bodegón y su influencia a lo largo de la historia del arte.
En estas cuatro meditaciones, Davenport entrelaza historia del arte y crítica para analizar las funciones simbólicas del objeto en las múltiples forma de su representación. Y en esta presencia continuada aparece la figura del artista como un guía que dota de sentido a las caóticas expresiones del devenir cotidiano e indica a la sociedad las rutas de nuevos destinos.