Una actriz retirada se ve aquejada de una enfermedad irreversibleque afecta a su memoria. Cada vez le resulta más difícil recordar episodios concretos de su vida, incluso su propio nombre. Ella, que ha fingido las voces de tantos personajes, apenas se reconoce a sí misma y presente y pasado se confunden en su memoria. La frontera que separa su voz de las voces ajenas se vuelve difusa en su interior, su identidad se diluye. Inmerso en la mente de la actriz, el discurso narrativo ofrece al lector breves y fragmentados accesos a la vida y la personalidad de la mujer que habitaba en la actriz y que la enfermedad, de manera progresiva pero implacable, se ocupa de ir devastando. La literatura, al fin y al cabo, es también eso, un juego de voces en busca de la identidad.