La publicación de Ye capital tolo que fluye, el cuarto poemario de María García Díaz, corrobora una certeza anunciada con su primer y excepcional libro, Espacio Virgen (Torremozas, 2015, XVI Premio «Gloria Fuertes» de Poesía Joven): que la autora es parte indiscutible del panorama de voces —femeninas mayormente— que en la última década han sabido superar la crisis del sujeto lírico de principios de siglo mediante distintas propuestas en las que los discursos de la sospecha dialogan con lo emotivo y lo corporal, mezclando en la redoma de la escritura los líquidos de la Posmodernidad y los brebajes del Giro Afectivo.
María García Díaz (Pola de Siero, 1992), doctora e investigadora en física cuántica, propone una solución a la falacia del sujeto poético y al comportamiento ingrávido, disgregante, sospechoso e insospechado de la realidad. La mirada subatómica, en vez de poner en cuestión nuestras categorías firmes de realidad poética, puede señalarnos un nuevo camino, que es en sí mismo un elogio de la mirada humana: nuestra observación de lo inestable, de lo que nada constituye, puede pensarse como un acto de ternura, pues es la mirada quien, en su relación con las cosas, les atribuye fragilidad y, al reconocerlas así, les confiere la posibilidad de emocionarnos en su delicadeza. Belleza de lo nimio, oscuridad de la materia, que aun así nos permite celebrar: «que hoy la masa es cierta, / que hoy la masa canta, / que hoy la carne es plena».
Ye capital tolo que fluye, segundo poemario de la autora escrito en lengua asturiana, viene acompañado de una cuidada traducción al castellano por parte de Xaime Martínez: Es capital todo lo que fluye.