Un inclasificable elogio al acto creativo que aborda cuestiones tan heterogéneas como inconciliables: de las metopas del Partenón al toreo de Curro Romero. ¿Para qué ojos fueron creadas las enormes siluetas de Nazca? ¿Por qué los grandes creadores se empeñan en resolver aspectos de sus obras que ningún ser humano puede llegar a valorar? Con una mirada irónica, polémica y apasionada, el autor analiza este misterioso fenómeno a través de las obras maestras de la arquitectura, la pintura, el cine, la jardinería, los toros y el teatro y deduce que sus autores actuaron como si sus trabajos pudiesen ser observados por un ser superior. Y concluye: en vista del sopor que el agnosticismo contemporáneo es capaz de producir, ¿no sería mejor hacer «como si» Dios existiese y pudiera juzgar nuestras obras?
Prólogo de Eduardo Mendoza.