Este ensayo indaga en el complejo vínculo que ha existido y sigue existiendo entre la teoría feminista y la cocina, porque las mujeres nos hemos pasado tanto tiempo metidas en una que vale la pena asomarnos a ella a través de las distintas perspectivas que nos brinda el feminismo. Por un lado, ha sido un espacio de sometimiento; por otro, un territorio para el encuentro, para la creatividad y la resistencia.