Oviedo, 1934. Una huelga general revolucionaria estalla la noche del 5 de octubre y sume a todo el país en un profundo caos. Tristán Valdivia, que había vuelto enfermo desde Madrid a la casa paterna, busca refugio en la capital, mientras los sublevados avanzan arrasando todo a su paso. La ciudad permanece en silencio, hasta que de repente se oye un ruido en la lejanía. Es la dinamita de los mineros. El enfrentamiento está servido.