Acusada del asesinato de seiscientas cincuenta jóvenes, Erzsebét Bathory es una de las criminales más siniestras de la historia. En su castillo de los Cárpatos, a finales de siglo XVII, la condesa tortura a sus víctimas con el fin de desangrarlas y conservar su juventud. Su leyenda maldita y fascinante pervive en el tiempo.
La condesa sangrienta es una de las composiciones clave en la obra de Alejandra Pizarnik. Se trató originalmente de una reseña que le encar-garon a la poeta sobre la obra homónima de Valentine Penrose. Escribió Pizarnik en sus diarios: «¿Cuál es mi estilo? Creo que el del artículo de la condesa. Insisto, una y otra vez, en la fascinación por el tema de mi nota. Nunca después volvió a sucederme algo parecido». Con su prosa, que no logra jamás desprenderse de su poética, convierte a esta asesina en un personaje terrible y a la vez fascinante.
Las estampas del artista Santiago Caruso recrean, con admirable maestría, este retrato perturbador del sadismo y la locura. Su trabajo logra una re-presentación simbólica del terror que confluye y potencia el propio texto de la poeta, convirtiendo este libro en un claro ejemplo de cómo una obra preexistente deviene en algo completamente nuevo con la intervención artística de un talentoso ilustrador.