Una novela sobre la falta de ganas de levantarse de la cama.
Si durante el siglo XX Manhattan fue representado como el epicentro de una civilización dominada por la neurosis, en Mi año de descanso y relajación Ottessa Moshfegh lo transforma en el epicentro de una civilización, la del año 2000, dominada por la apatía. Como un Oblomov actualizado, la narradora de esta novela decide encerrarse durante un año en su piso de una de las zonas más exclusivas de Nueva York, asistida por una herencia ingente y por una enorme cantidad de fármacos, para dedicarse a dormir y ver películas de Whoopi Goldberg y Harrison Ford. El inicio de un siglo supuestamente trepidante encuentra a nuestra protagonista durmiendo en el sofá con la tele encendida. Con cantidades industriales de cinismo, series, películas comerciales y narcóticos, y a costa de cortar todo vínculo humano, cualquiera puede sobrellevar esta vida. Ahora bien, ¿lo que queremos es sobrellevarla?