Aciman captura en estas memorias el periodo de su
adolescencia que empezó cuando él y su familia llegaron a Roma
tras ser expulsados de Egipto. Aunque su familia tenía una
buena vida en Alejandría, lo perdieron todo al huir, y el autor, su
hermano y su madre se mudaron a un apartamento que se
usaba como burdel. Mientras su familia conseguía encontrar su
sitio en la ciudad, Aciman se encerraba en su habitación para leer
un libro tras otro. Fue la literatura la que le abrió finalmente la
puerta de una ciudad que terminaría ocupando un espacio
crucial en su vida.