Estudiante de Bellas Artes conquistado por el teatro, la primera forma de humor que concibió Mir fue la de las viñetas y las tiras cómicas: moscas que hablan, suicidas torpes, bañistas desquiciados... Empezó a cultivar este género a finales de los setenta y ha seguido haciéndolo siempre que la vida se lo permitía. Incluso durante la pandemia del coronavirus, en pleno confinamiento, eligió el lápiz a modo de particular gimnasia diaria para retratar el inagotable surrealismo que nos rodea.
Desde el Diario de Barcelona hasta El Jueves, pasando por el TBO, El Periódico, Interviú y un sinfín de publicaciones independientes, el trabajo gráfico de Paco Mir forma parte ya de la cultura visual y humorística de nuestro país. Este libro es la muestra definitiva de ello.