Incluso en la pérdida, aquellos que nos quisieron siguen iluminándonos. «Éramos una familia. La chispeta, la yaya, la mama, el papa y el tío José Manuel. Fueron ellos los que me enseñaron todo lo importante. Como, por ejemplo, qué es el tiempo y el universo. O qué significa crecer. O por qué es valiosa la libertad. O para qué sirven los sueños. Incluso hoy, cuando aprendo algo, es a los míos a quienes se lo cuento. Con los que hablo del éxito y de la felicidad, y quienes me ayudan cuando la tristeza, el miedo y la rabia insisten en aparecer. Es con ellos que sigo intentando entender el amor, la culpa, la amistad… y la muerte. Ahora ya no están aquí, pero si tuviera que explicar qué es esto tan extraño de estar vivo, no podría hacerlo sin ellos. O quizá sí. Quizá lo que necesito es despedirme. Sí, eso es, una despedida. Pero una despedida alegre. Un adiós lleno de la alegría de vivir.» Juanjo Sáez comparte sus experiencias y reflexiones, regalándonos instantes de sabiduría y un mapa del tesoro a modo brújula para ayudarnos a entender y reconectar con las cosas importantes de la vida.