La fotografía pretende detener el tiempo, pero al final el tiempo termina cobrándose su venganza. Esa es la hipótesis que defiende Joan Fontcuberta en este trabajo, en el que extrae, como un alquimista, nuevas y fascinantes imágenes a partir de otras que aparecen plasmadas en viejas placas de vidrio en descomposición.
Fontcuberta celebra así el centenario de Josep Palau i Fabre (1917-2008), cuya obra cumbre, Poemas del alquimista, fue escrita durante su exilio en Francia y publicada en España en la clandestinidad. Siguiendo su estela, Fontcuberta bucea en diversos archivos fotográficos en busca de imágenes desnacientes, que recorren el camino inverso y vuelven a la vida transformadas en otra cosa.
Entre la experimentación y el ensayo, la fotografía de Fontcuberta, al igual que la poesía de Josep Palau i Fabre, exhala la desazón trágica de la existencia, que solo puede ser redimida por la imaginación, la ironía y el erotismo.