La memoria nos construye: vivimos el presente tomando los recuerdos, y el origen, como punto de referencia. ¿Qué sucede cuando aquello que deberíamos sentir como propio se entiende como ajeno? ¿Y cuando ese pasado no forma parte de nosotros, sino que lo percibimos como cierta ficción? Ese algo que sucede toma cuerpo en la poesía de Natalia Litvinova, en "Siguiente vitalidad", y se nombra con palabras extrañas Gómel, isbá, Chernóbil que la autora invoca y transforma en amuleto. Litvinova ha escrito un libro emocionante sobre la sensación del exilio, y sobre la necesidad de encontrar un lugar propio en la historia.