"Te enseñaré cosas sencillas que tardarás años en comprender." Así me hablaba el doctor Portuondo, un cubano exiliado en Barcelona que bebía whisky Johnnie Walker, juraba en nombre de Freud y me echaba de la consulta cada dos por tres. A veces se tumbaba en el diván porque consideraba que sus conflictos eran mucho más interesantes que los míos. Fue mi psicoanalista durante cinco años.rotundamente desolador, profundo y, al mismo tiempo, vitalista.