Cierra los ojos. Imagina un espacio sin límites.
Imagina los movimientos de una partida de ajedrez perfecta.
Imagina que el número 4 pudiera decirse de muchas maneras diferentes.
Imagina los acontecimientos infinitesimales que pueden conducir a que estalle la revolución en un país.
Imagina una tribu que, por no saber contar, no planea nada que se prolongue más de un día.
Imagina a Shakespeare descubriendo el número cero y las dimensiones de una ausencia.
Imagina que pudieras leer un libro de una infinidad de maneras distintas.
Me llamo Daniel Tammet y soy sinestésico: percibo los números con colores y siluetas. En mi cabeza, contar es como pasear por un bosque. Tengo diagnosticado, además, el síndrome del sabio: puedo aprender un idioma en una semana y recitar decimales del número pi durante cinco horas (por eso me dieron un Guinness). Los números primos poseen para mí la belleza de la poesía. Cada mañana me siento en mi escritorio y me pregunto: ¿y si...?