Enero de 1952. Hace trece años que acabó la Guerra Civil y Miquel Mascarell conoció a Patro antes de ser detenido y enviado a trabajar al Valle de los Caídos. Ya retirado sigue ayudando a David Fortuny en su agencia de detectives, los problemas no cesan y, una vez más, se verá obligado a intervenir en un caso de lo más singular. En un abrir y cerrar de ojos se verá envuelto en una diabólica sucesión de acontecimientos y se enfrentará a una de las decisiones más trascendentes de su dilatada carrera policial, la de hacer justicia por su cuenta contraviniendo sus principios o quedarse al margen sabiendo que decenas de asesinos pueden seguir libres.