Un imperio en quiebra, una escritora en formación:
Olga Merino relata sus años rusos en el trigésimo aniversario de la disolución de la Unión Soviética.
«No quería perder ni una migaja ni que el recuerdo distorsionara la experiencia de Moscú. Tenía entonces veintiocho años recién cumplidos, una edad en la que, como escribió Vila-Matas, -yo estaba tan disponible ante la vida que cualquier disparate se podía infiltrar en ella y cambiármela-».
En diciembre de 1992, poco después del derrumbe de la Unión Soviética (del que se han cumplido treinta años en 2021), Olga Merino preparaba las maletas para instalarse en Moscú como corresponsal. En la capital rusa Merino vivió cinco inviernos, en la vorágine de un cambio de época que marcó también un antes y un después en su vida personal. Este diario íntimo de una joven que, inmersa en la cultura rusa, persigue el sueño de ser escritora, el prestigio profesional como periodista y el amor pleno y sublime queda anotado en el momento presente, poniendo en contraste de forma magistral la voz de hoy con la de aquella muchacha idealista.