Caballero maduro, solitario, algo anacrónico que tiene por hobbies buscar departamentos para alquilar y comprar chucherías por internet, Savoy está en ese momento crítico en el que debe fingir que desprecia el tren que está perdiendo.
«El surgimiento de Alan Pauls es lo mejor que podía haberle pasado a la literatura argentina desde la estrella de Manuel Puig.»
Ricardo Piglia
No piensa mudarse, pero busca departamentos en alquiler. Lee avisos y visita casas habitadas, intruso fugaz en vidas ajenas. No necesita nada (y lo exaspera la tecnología), pero vaga por internet comprando gadgets, cosas viejas, bichos embalsamados, por el placer de entrar en la historia de otros. Pero ¿qué pasa con Savoy -cincuentón quieto, aficionado a los roces inocuos- cuando se cruza con Carla, una treintañera feliz, sin apegos, que viaja de país en país cuidando casas, mascotas, plantas de marihuana? ¿Cuál de los dos mundos cambia, se ilumina, pierde más la cabeza con el impacto? Entre viajes, piletas y delirios digitales, La mitad fantasma explora una superstición que sigue desvelándonos: la idea de que en alguna parte hay algo, alguien, a la medida exacta de nuestros deseos.